Socialismo
Revolucionario y el Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT) son organizaciones trotskistas.
Creemos que el conjunto de ideas y la defensa consecuente del marxismo que
representa el trotskismo son imprescindibles. Pero, dicho esto, no sostenemos
que la defensa de las ideas revolucionarias hoy en día sea exclusivamente “cosa
de trotskos”. Como suele decirse, con
mucha razón, en los movimientos actuales por el cambio social, las ideas y el
contenido son más importantes que los lemas y las “etiquetas”.
Sin
embargo, no somos de los que sostenemos que la historia y las teorías “del
pasado” no son importantes. Todos los que luchamos para cambiar el mundo
andamos por un camino en gran parte dibujado por generaciones pasadas de
luchadores y pensadores revolucionarios. Entender esta historia, y sacar
lecciones de los fracasos y victorias que la han caracterizado es fundamental. Aún
más si tenemos en cuenta la experiencia del fallido modelo estalinista, el cual
tenemos que poder explicar si pretendemos convencer a la mayoría sobre la
necesidad de hacer una revolución socialista hoy. No pretendemos explicar el trotskismo
en este breve artículo, sino aclarar algunos prejuicios sobre éste e invitar a
un análisis más profundo de la cuestión.
La importancia de Trotsky
Lenin y
(en menor medida) Trotsky son los dos dirigentes más destacados de la
Revolución Rusa de Octubre. Mientras Lenin dirigió, durante décadas decisivas,
el partido bolchevique que lideró la Revolución, Trotsky era el líder
indiscutible de las masas proletarias de Petrogrado (ciudad más importante de
la revolución, donde se encontraba el proletariado más significativo del país).
Era presidente del “soviet” de Petrogrado, tanto durante la revolución fallida
de 1905, como en la victoriosa revolución de Octubre de 1917, que consiguió
derribar al capitalismo e instalar por primera vez en el mundo un sistema de
democracia obrera, de gobierno desde abajo por los soviets (asambleas democráticas
de trabajadores, campesinos y soldados).
Después de
la revolución, fue un líder destacado del partido bolchevique (al que se afilió
en el propio año 1917), y el encargado del gobierno soviético en política de
guerra. Organizó y dirigió el Ejército Rojo, que consiguió defender al país de
la reacción interna y la invasión de los ejércitos de 21 países imperialistas
que intentaban anular la revolución. Fue el colaborador más cercano de Lenin,
quien en su testimonio político dijo que Trotsky era sin duda el más capaz de
la dirección comunista.
Después de
la muerte de Lenin, Trotsky fue el principal líder de la oposición a la degeneración
“estalinista” de la Revolución Rusa, defensor de la democracia soviética
(asamblearia) frente al burocratismo dictatorial, y de la revolución
internacional frente al nacionalismo del
“socialismo en un solo país”.
La falsa dicotomía entre leninismo y trotskismo
Trotskismo
y Leninismo no son en absoluto antagónicos. Sostenemos que el trotskismo es más
bien un desarrollo de leninismo, una adaptación de éste a las nuevas
condiciones después del fallecimiento de Lenin. En las cuestiones decisivas que
se debatieron en la dirección bolchevique sobre de la revolución, Trotsky
siempre coincidió con Lenin, muchas veces en oposición a Stalin y su camarilla.
Contra Stalin, Lenin y Trotsky insistieron en la necesidad de no apoyar al
gobierno provisional que reemplazó brevemente al zar pero que mantuvo intacto el
sistema capitalista y continuó con la I Guerra Mundial, etc. También contra
Stalin, Trotsky y Lenin defendieron la necesidad de la insurrección de Octubre (la toma de poder por los trabajadores).
La falsa dicotomía
entre leninismo y trotskismo siempre ha sido una invención. Una vez que Stalin
consiguió el poder, fue gradualmente borrando de la historia oficial el papel
de Trotsky. Trotsky fue la víctima más destacada de esta campaña de falsificación
y borrado de la historia, pero no la única ni mucho menos. A finales de los años
30, TODOS los miembros del Comité Central del partido que hizo la revolución,
salvo el propio Stalin, estaban muertos, asesinados (por Stalin) o desaparecidos.
La eliminación física de los hombres y mujeres del partido de Lenin fue la expresión
más brutal de la eliminación de la política y los métodos de Lenin al frente
del estado soviético.
¿El conflicto entre Trotsky y Stalin no era
una pelea personal por el poder?
No, en
absoluto. La Revolución Rusa se hizo para que el poder lo tuviera la clase
trabajadora – y se ejerciera a través de los soviets – no para el poder una
persona ni un partido. La lucha de Trotsky contra el estalinismo era para
mantener vivo este espíritu de la revolución, y contra la política de quitar el
poder a los soviets para concentrarlo en una burocracia privilegiada, liderada
por Stalin.
Bajo el
control de Stalin, los intereses de esta burocracia eran supremos, y su defensa
llevó al movimiento comunista mundial a cometer errores con graves
consecuencias para la lucha obrera en Rusia e internacionalmente. Mientras que
para la Revolución Rusa, una ruptura con el aislamiento nacional y la expansión
de la revolución al occidente era cuestión de vida o muerte, para la burocracia
estalinista fue una molestia que pondría en peligro su posición social privilegiada.
Esta contradicción
brutal tuvo una expresión trágica en varios países. En Alemania, por “diktat”
de la burocracia rusa, los líderes comunistas de masas dejaron que Hitler
llegara al poder sin ni siquiera resistir; y en España, la política estalinista
durante la guerra civil pasó por desmantelar la revolución obrera y campesina
contra el golpe franquista que se desarrolló en Catalunya y gran parte de España.
La Cuarta Internacional
Trotsky y
sus seguidores organizaron primero una “oposición de izquierdas” en Rusia e
internacionalmente (internamente en los partidos comunistas a nivel mundial), y
después una “Cuarta Internacional” para mantener viva la idea de un
internacionalismo revolucionario y una organización internacional que sirve
como herramienta para la revolución mundial, en vez de un obstáculo en su
camino. La Cuarta Internacional nació en circunstancias muy difíciles, y nunca
llegó a ser una fuerza de masas. Hoy día, muchas organizaciones en los márgenes
del movimiento obrero, se autoproclaman como esta Cuarta Internacional, pero
ninguna lo es. Nuestra organización internacional, el CIT, la que más
influencia y peso tiene de las llamadas “internacionales trotskistas”, no tiene
tal pretensión. Por eso somos un Comité POR una Internacional de los
Trabajadores. Para nosotros la tarea de construir un nuevo movimiento mundial
de masas para la revolución socialista está todavía por hacer.
La teoría de la Revolución
Permanente
Mediante
esta teoría, Trotsky predijo el carácter anticapitalista y socialista de la Revolución
Rusa. Dicha teoría sigue vigente hoy y es aplicable a la lucha de todos los
pueblos oprimidos. Sostiene que las tareas “democráticas” - asociadas con las
“revoluciones burguesas” - que quedan por hacer en países donde el capitalismo
no se ha desarrollado plenamente, no pueden ser resueltas por éste. Muchos
“marxistas” sostenían (y muchos lo hacen todavía, lamentablemente) que luchar
por el socialismo era algo que solo se podría contemplar en un país cuando la
“democracia capitalista” estaba plenamente instalada.
Trotsky
explicó que la clase capitalista de estos países era fundamentalmente débil e
incapaz de completar las tareas democráticas. Siempre pactarían con los zares y
monarcas antes de entregar a la mayoría trabajadora las libertades que podrían
utilizar para echarlos. Así que la única fuerza social capaz de garantizar los
derechos democráticos, acabar con las monarquías, el latifundismo y la opresión
nacional de los pueblos es la clase obrera, que por supuesto no se contenta con
la resolución de estos problemas en un marco capitalista, sino que los resuelve
en el marco de una lucha para acabar con la explotación capitalista, haciendo
la revolución socialista.
El trotskismo hoy
Ser trotskista
es defender el método de pensamiento explicado anteriormente, y adaptarlo a la
realidad actual. En la línea de la lucha de Trotsky contra el estalinismo y por
la democracia obrera, significa defender una alternativa socialista al
capitalismo de un tipo radicalmente democrático, basado no solo en la expropiación
de la propiedad de la burguesía, sino en la gestión democrática directa de la economía
por la mayoría social.
Significa
entender que el socialismo genuino, basado en la abundancia, solo se puede
conseguir acabando con el capitalismo a nivel internacional, y actuar en
consecuencia, coordinando las luchas obreras y sociales por encima de las
fronteras, y organizándose internacionalmente como partido mundial de la revolución
socialista.
En relación
con la Revolución Permanente, significa entender que acabar con el régimen del
78, la opresión nacional, la monarquía y la casta política corrupta supone
necesariamente abordar una lucha para acabar con el capitalismo e instalar una
alternativa socialista democrática.